PODEMOS ENTRAR EN EL REINO
Juan 3:3,5-8
Jesucristo enseñó que el reino de Dios había llegado, Mateo 12:28. Esto enseñaba en el sentido de que las personas podían entrar al reino de Dios en la vida en este mundo.
Por medio de la obra salvadora de Jesucristo las personas pueden recibir el perdón de sus pecados y nacer de nuevo como hijos de Dios, siendo librados de la condenación eterna y siendo libres de vivir bajo el reino de las tinieblas y la tiranía del pecado.
Es por medio del Espíritu Santo de Dios que al creer en Jesucristo y arrepentirnos somos regenerados, es decir nacemos de nuevo en el reino de Dios. No es una obra de la voluntad humana sino que es una obra de la voluntad de Dios, Juan 1:12,13. Y el nacer de nuevo como hijos de Dios no es una obra que nosotros merezcamos ni tampoco como recompensa por algo bueno que hayamos hecho, pues por nuestra vida de pecado estamos separados de Dios, Romanos 3:22-24, sino que es una obra por gracia de Dios, Efesios 2:8,9.
Entramos en el reino de Dios y podemos recibir todos los beneficios de vivir en su reino, Salmo 103:2-5. Entramos en el reino de Dios y vivimos conforme a su voluntad, vivimos conforme a sus leyes, su palabra, Lucas 6:46; Gálatas 5:25,16. Entramos en el reino de Dios y servimos a Jesucristo Rey y Señor, Marcos 10:43-45.
Pero este reino se caracteriza porque su Rey y Señor quiere que mantengamos una relación profunda e íntima con él. Ciertamente el mismo Espíritu que nos hace nacer de nuevo y nos introduce en el reino es quien mora en nuestro interior y nos lleva a clamar a Dios diciendo “Abba”, Romanos 8:15. Ciertamente el que nos salvó para que pudiésemos ser hechos hijos y ciudadanos del reino es quien nos llama a tener esa comunión íntima con nuestra Padre Celestial, Mateo 6:6.