TENGO A JESÚS
Hechos 16: 22-26
En la dificultad y sufrimiento podemos mirar lo que tenemos en lugar de lo que perdemos. El creyente en Jesucristo tiene fe en Jesús. Y por esta fe está unido a Jesús.
Jesús es nuestro fundamento, el fundamento firme que nos sostiene. Vivo posicionado en el cimiento sólido, estable, que me ayuda a resistir las tormentas. Jesús es mi Vid, a la que vivo unido como un sarmiento. Vivo unido a la Vid, recibiendo de él el suministro de vida que necesito en cada momento y situación. Jesús es mi Buen Pastor. Soy oveja de su rebaño y vivo oyendo y siguiendo la voz del Buen Pastor. Él prometió defenderme de los ataques del lobo. En la dificultad, en el dolor, en la pérdida, podemos decir: “tengo a Jesús”. Salmo 23: 4.
Esa fe me da esperanza porque me lleva a mirar a la vida eterna. Se que esta vida es transitoria, tengo esperanza en la vida eterna y allí en su presencia no habrá dolor ni lágrimas. Esto me ayuda a soportar y seguir adelante en mi sufrimiento.
Esa fe me da consuelo porque me mantiene en comunión íntima con el Espíritu Santo. Él es el Dador de Consuelo. Esto me ayuda a atravesar el sufrimiento con su compañía, pudiendo expresarle mis pensamientos y sentimientos más profundos.
Esa fe me da paz a pesar del sufrimiento porque me llena de confianza saber que Jesús está al control de mi situación. Él ha experimentado el dolor y lo ha vencido, él está conmigo y puedo confiar en él.
Esa fe me da fuerzas para rechazar la tiranía de la amargura y escoger el gozo, que no es lo mismo que estar alegre. Puedo rechazar la queja continua y rechazar estar continuamente enojado. Puedo escoger tener algo que decir y tener algo que aportar a los que me rodean.